Un contador murió y llegó a las puertas del Cielo, dispuesto a reportarse con San Pedro, quien lo recibió con una sonrisa. Sin embargo, San Pedro buscó en sus archivos, pero su organización no era la mejor y no pudo encontrar el nombre del contador entre la maraña de papeles. Tras un momento de duda, le dijo: “Lo lamento, no estás en la lista…”

Desorientado, el contador se dirigió entonces a las puertas del Infierno. Cuando llegó, lo recibieron con gusto, le ofrecieron alojamiento y se acomodó rápidamente.

No pasó mucho tiempo antes de que el contador comenzara a notar las miserias del Infierno. Cansado de tanto caos, decidió organizarlo. Y como bien sabemos, los contadores son conocidos por su orden y eficiencia.
Pronto, el Infierno tenía un nuevo organigrama, reportes administrativos sobre entradas y salidas, aire acondicionado para mitigar el calor infernal, estados financieros comparativos con el siglo anterior, y hasta un estado de flujo de cenizas y carbones. ¡Hasta la Comisión Mixta de Seguridad e Higiene fue creada! El contador instaló extintores en todo el lugar por los riesgos de seguridad organizacional y gestionó la conexión a Internet para poder pagar los impuestos en línea y acceder al SRI. También tramitó la firma electrónica digital para el Infierno, entre otras mejoras.

A medida que pasaba el tiempo, el contador se ganaba la confianza del Diablo. Un día, Dios decidió llamar al Diablo para saber cómo iban las cosas en el Infierno.
- Dios: “¿Cómo van las cosas por allá en el Infierno?”
- Diablo (con entusiasmo): “¡Estamos joya! Tenemos un nuevo organigrama, reportes administrativos, extintores en cada rincón, botiquín, y hasta al día con nuestros pagos de impuestos… los hacemos por Internet. Ah, por cierto, mi dirección de correo es: eldiablofeliz@infierno.com. ¡No sé qué será lo próximo que el contador sorprenderá!”
Dios, sorprendido, respondió: “¿¡Qué!? ¡¿Tienen un contador allá?! Eso es un error, ¡los contadores siempre van al cielo! ¡Eso está claro y decidido! ¡Mándamelo para acá inmediatamente!”
- Diablo: “¡Ni loco! Me ha gustado tener un contador en la organización… ¡y me voy a quedar con él para siempre!”
- Dios: “¡Mándalo para acá o te DEMANDARÉ!”

El Diablo, riendo a carcajadas, le contestó: “¿¡Vas a demandarme!? Y por curiosidad… ¿DE DÓNDE VAS A SACAR UN ABOGADO?”

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